Así se completaría el primer paso dentro de un plan de reestructuración que planteó el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos que tiene como objetivo la creación de un nuevo grupo más eficiente.
Los acreedores obtendrán un 10% de participación en las acciones del gigante automotriz, con la posibilidad de incrementarlo a un 25%. El gobierno americano por su parte se quedaría con el 72,5% del paquete accionario.
Los medios de comunicación aclaran que las filiales de Argentina y Brasil no se verían afectadas por la caída de su casa matriz, ya que operan con plena independencia. En nuestro país existe incluso un proyecto de inversión cercano a los 500 millones de pesos para el desarrollo de un nuevo modelo, el cual contaría con una inversión de GM y un préstamo de nuestro gobierno utilizando fondos de la Anses.
Por otro lado, el mayor beneficiado en esta situación es Toyota. La empresa japonesa se encuentra frente a un panorama doblemente favorable ante la caída de GM y la quiebra de Chrysler durante el mes de abril y con una posibilidad de acaparar más mercados.
Así la crisis se cobra una nueva vida y se confirma la regla de que ninguna empresa está exenta de morir, ni siquiera las más grandes. Éstas se deben reinventar constantemente a base de innovación y esfuerzo, de proteger lo que les da ganancia y sobretodo a través de un buen manejo. Solamente así se puede evitar entrar en la etapa de declive, de la que después es muy difícil salir.
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