viernes, 28 de marzo de 2008

Cuatro Días de Cacerolazos

El discurso de Cristina del Martes 24 tuvo una repercusión inesperada. Ningún analista político podría haber predicho la magnitud que este hecho alcanzó.

El Martes me encontró en Acoyte y Rivadavia a las 22:00 mirando a la gente golpear, como hacía mucho tiempo no se las veía, sus cacerolas. De a poco se fueron acercando más vecinos. Yo participé como un simple espectador desde una esquina y me dediqué a observar a las personas que me rodeaban. Llegué a escuchar algunas conversaciones pasajeras en las que las personas se preguntaban mutuamente por qué estaban protestando. Si bien la mayoría decía "en apoyo al campo", un gran porcentaje respondía "en rechazo al discurso de Cristina" o "para quejarme de la política que lleva adelante el Gobierno". Eso me dio la pauta de que la gente estaba aprovechando el momento de expresión ciudadana para asestarle un golpe a nuestra presidenta electa. Cerca de las 23:00 decidí partir, previo vaticiné un corte total de la intersección de estas avenidas. Efectivamente, alrededor de 25 minutos después Rivadavia había sido cortada desde Avenida La Plata y Acoyte en un rango de 2 cuadras.
Por otra parte de la ciudad, en Plaza de Mayo, un grupo grande de ciudadanos en manifestación pacífica fueron desplazados a los golpes y empujones por D'Elía y su grupo de seguidores.

El Miércoles fue bastante impresionante ver a algunos Gobernadores e Intendentes que supuestamente apoyaban a Cristina, dar vuelta su discurso y apoyar las medidas de fuerza llevadas adelante por el campo. Ese día, al salir de la facultad decidí ir al Obelisco en apoyo a la protesta rural. Me encontré con un amigo a las 22:30 en dicho monumento, pero el panorama era muy distinto. La cantidad de personas no superaba las 150 y se habían hecho presente partidarios del CCC. Estuvieron unos 40 minutos, salieron en las cámaras dando discursos y partieron. En ese momento decidimos caminar hasta Callao y Santa Fe. Allí la situación era completamente distinta. Varios cientos de personas habían cortado la intersección de las poderosas avenidas y en ningún momento dejaban de cantar o golpear sus cacerolas. Aquí pude ver que un grupo central de chicos de entre 20 y 23 años lideraban a la multitud, eligiendo las canciones -desde cánticos en contra del gobierno hasta el himno nacional-, hacían agachar a las personas para hablarles y motivarlas con palabras en contra del Ejecutivo y a favor del campo. A las 00:30 decidimos partir rumbo a nuestro Caballito natal.

El Jueves decidí no ir a la facultad. Desde Florida, sin pensarlo ni habérmelo propuesto, caminé hasta Rodríguez Peña y Santa Fe. Desde ahí caminé una cuadra hasta Callao y vi unas pocas personas golpeando sus cacerolas. Eran las 20:00. Me quedé parado en una esquina y me puse a hablar con un hombre que debía rondar los 55 o 60 años. Mientras debatíamos sobre el discurso de la presidenta y cómo evolucionaría esta protesta, esas pocas personas se habían transformado en tan solo 25 minutos en mas de 100; ya no les alcanzaba la esquina así que la leyes de la física los llevaron a ocupar progresivamente parte de Callao y Santa Fe. 35 minutos después ya casi no había espacio para que pasaran los autos y los colectivos por ninguna de las dos avenidas. Durante el transcurso de esos minutos se nos había sumado otro hombre de 38 años al debate. Durante la siguiente hora discutimos tranquilamente sobre la situación del campo, los Kirchner, Duhalde, Menem, Alfonsín y de a poco fuimos retrocediendo a través de la historia, coincidiendo en que este país estaba condenado al fracaso (en contraposición a la famosa frase de nuestro ex-presidente y ex-gobernador de la Provincia de Buenos Aires... Eduardo Duhalde). Cerca de las 22:00 me encontré solo en la misma esquina viendo cuánto se había multiplicado la cantidad de personas. Luego de una pequeña sentada, el vocero del grupo de jóvenes dirigentes, un chico con un sombrero de campo de cuero, bombachas de campo y camisa a cuadros (que ya había hablado a las cámaras de un medio) propuso avanzar por Callao... y como no tuvo muchas voces que se negaran la masa de gente comenzó su camino por Callao en dirección a Avenida Libertador. Yo decidí apurar el paso y seguir a las personas. Para mi sorpresa, las personas salían a los balcones en apoyo a la multitud que a cada cuadra se hacía cada vez más grande. Para cuando llegamos a Las Heras había 3 cuadras de personas avanzando por la Avenida. Fue curioso ver cómo los medios, una vez que nos habíamos alejado de Callao y Santa Fe ya no estaban presentes. Una vez en Libertador no se podía ver dónde terminaba la multitud de gente. Estimo que para ese entonces debíamos ser cerca de 5 cuadras de personas ocupando de vereda a vereda la Avenida Callao. Luego de cortar Libertador se avanzó 3 cuadras para agacharse y darle lugar a un chico de 22 años aproximadamente con un megáfono que planteó dos propuestas: la primera ir hasta ATC y la segunda avanzar por Avenida Pueyrredón. El gritó de la multitud apoyó la opción número dos. Por lo tanto emprendimos el camino hacia dicha Avenida. Cortamos Avenida Las Heras nuevamente y seguimos caminando. A esa altura nos acompañaba un policía en motocicleta. Después de avanzar unas 4 cuadras eran varias las motos que nos seguían y cortaban las calles para que pudiéramos pasar. La gente seguía saliendo a sus balcones, aplaudiendo y golpeando sus cacerolas y se veían muchos flashes desde las ventanas. Así seguimos nuestro paso al ritmo de las cacerolas, los tambores y los cánticos en contra del gobierno y a favor del campo, previniendo a nuestra presidenta de que tomara la decisión correcta o terminaría yéndose volando como de la Rúa... Una vez más la gente se arrodilló en el piso y el líder de sombrero vaquero consultó qué era lo que la gente quería hacer... se decidió volver hasta el punto de partida. Ya de vuelta por Santa Fe la policía había hecho un gran despliegue e iba cortando las calles con 1 o 2 cuadras de anticipación. Al mirar para atrás no podía llegar a ver dónde terminaba la multitud de personas; yo estaba adelante de todo.
Al llegar a Callao y Santa Fe el chico de sombrero propuso lo sigiuente: 1) ir hasta el Congreso; 2) ir hasta el Obelisco; 3) quedarse en el lugar y retomar el cacerolazo hoy Viernes a las 20hs. La opción elegida fue la tercera, incentivada porque la policía nos había dicho que por ahí nos podía proteger pero que si íbamos para alguna zona céntrica en donde nos pudiéramos cruzar con D'Elía y sus secuaces no iban a intervenir... por suerte la conciencia colectiva tomó la decisión más prudente. La velada se cerró entonando el himno nacional. De a poco la gente comenzó a volver a sus hogares, pero tardó una media hora en que se desagruparan por completo.

Hoy Viernes decidí no participar de ninguna manifestación para darle lugar al estudio. Cerca de las 21:30 logré comunicarme con mi amigo que me había acompañado el Miércoles y se encontraba en Callao y Santa Fe, rodeado de varias cientas de personas.


Así concluye el día número 16 de huelga rural y el cuarto día de protesta civil autoconvocada en Capital Federal. Hoy las autoridades agropecuarias decidieron levantar el paro y sentarse a negociar con el Gobierno. Así fue que durante 3 horas los representantes de las entidades rurales se sentaron en una mesa con el Jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el Ministro de Economía, Martín Lousteau; y el Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, Javier de Urquiza.

Ahora es cuestión de esperar a que las deliberaciones lleguen a una conclusión, esperemos que sean favorables para todos.

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