Hoy me levanté en uno esos días en los que casi todo te irrita. Hacía varios meses que no tenía un día como el que tuve hoy. Motivos, un par, pero me los reservo. Ni siquiera tenía ganas de escuchar música, y eso sí ya es grave. Generalmente cuando estoy en un día medio bajón o de mal humor suelo escuchar música que acompañe ese estado de ánimo o que sea lo opuesto, ej: estoy enojado, escucho Megadeth o Hermética, por nombrar un par de bandas; si estoy medio depre puedo escuchar los temas más oscuros de Radiohead. Sino para levantar el ánimo pongo Pink Floyd, los Rolling o algún que otro buen Reggae y con eso cambio rápido de humor.
Hoy fue la excepción. Aún así me mantuve productivo en el trabajo y después fui a la facultad a cursar Estadística II. Yo soy muy partidario de que es una pérdida de tiempo estar de mal humor porque si. De que la vida hay que disfrutarla y que el mal humor no está en sintonía con ese pensamiento. Pero a veces es un proceso saludable. Está bueno descargar.
A diferencia de otras veces, hoy estuve bastante callado en el trabajo. Le avisé a mis compañeros que tenía un día complicado y me dediqué a pensar mucho. Me tomé varios recreos solo. Procesé mucho de lo que me tenía mal y con el correr de las horas fui cambiando la cara y la onda.
Otro mecanismo que uso es escribir. Escribo mucho más de lo que comparto en este blog o quizás en otros que supe tener hace varios años. A veces tiro ideas de temas para escribir en este espacio, otras veces letras de canciones sin música y otras poemas (ya son los menos). La música suele acompañarme en todos estos momentos. Cada tanto para romper con la cadena de malos pensamientos hago algo completamente distinto y produzco el quiebre. Levantarme y salir a caminar, leer el diario, chusmear el Facebook de algún amigo o conocido, aprovechar el metegol, los videojuegos o el pool del trabajo... incluso jugar un sudoku.
Evidentemente tengo un acercamiento muy racional. Siempre trato de ir hacia atrás y ver cuál es el desencadenante de las distintas emociones o estados de ánimo en los que me encuentro, ya sean buenos o malos. Me gusta saber cómo llego a donde estoy.
Como dije antes, hay cosas más importantes en la vida que estar de mal humor. Hacía casi tres meses que no estaba de mal humor. Hoy lo tuve, lo procesé y lo superé y pude seguir sin problemas con mi día laboral y estudiantil. Teniendo un estado de ánimo positivo podemos ver las cosas de otra manera, con mayor optimismo y energía que estando en un estado negativo o pesimista.
Creo que es clave tener nuestras emociones bajo control. No reprimirlas, pero sí saber administrarlas, entenderlas, usarlas. Si queremos estar bien en nuestra vida laboral, amorosa, con amigos o con la familia es fundamental evitar que nuestras emociones se metan en el medio, o dejar que las malas se mantengan en el tiempo y se conviertan en estados de ánimo.
Imagen tomada del blog El Antibuda